Cuando uno es emprendedor y vive en carne propia todo lo que implica, lo bueno y lo no tan bueno, uno se da cuenta de que en esto del Marketing hay muchos mitos pero también hay bastantes verdades. Cosas que se cumplen prácticamente siempre y que deberíamos tener muy en cuenta si queremos hacer del Marketing algo realmente rentable.
He aquí tres de esas realidades que todo emprendedor debería tener en cuenta…
1.- La realidad de que nadie sabe lo que va a funcionar realmente.
Ni siquiera el mayor experto de Marketing puede decir por anticipado si algo va a funcionar o no. Cada empresa es un mundo y aunque, si se tiene experiencia, uno pueda anticipar qué tiene más probabilidades de éxito, nunca hay una certeza absoluta.
El remedio para esto se resume en la que probablemente sea la palabra más importante en Marketing: probar.
Antes de comprometer todo nuestro presupuesto o jugarnos todo en una idea que nunca hemos usado tenemos que probar de manera limitada, ver qué resultado nos da esa prueba y decidir si seguimos por ahí o probamos otra cosa.
De hecho ese ha sido por experiencia el mecanismo que mejor resultado me ha dado en lo personal. Probar, probar y probar.
2.- La realidad de que el Marketing funciona proporcionalmente al tiempo y recursos que le dediquemos.
He recibido múltiples preguntas parecidas a esta. “¿Cómo puedo hacer Marketing sin presupuesto y sin dinero y obtener muchos clientes?” La respuesta es que en el mundo real de la empresa uno suele obtener un rendimiento acorde a lo que pone en juego.
Creer que sin invertir nada vamos a obtener mucho es una fantasía, otro de esos mitos dañinos. Si empleamos escasos recursos, de manera esporádica y sin una dirección clara obtendremos resultados escasos, esporádicos y poco claros.
Y no nos debería de sorprender. Sólo cuando el Marketing ocupa un lugar importante en nuestra empresa podremos obtener algún resultado significativo.
3.- La realidad de que el Marketing es tan fundamental como el producto.
Sin un producto destacable ni llegaremos lejos ni duraremos mucho, pero una vez tengamos un producto destacable y que merezca la pena elegir, entonces debemos convertir al Marketing en algo igual de importante en nuestra empresa.
Ya están muy lejanos los tiempos en los que bastaba con abrir las puertas del negocio y esperar que los clientes fueran entrando. Con una oferta saturada, con tantas opciones para elegir por parte de los compradores y con tanto ruido y promoción cualquier emprendedor que comienza es como una gota en el mar. Invisible.
Podemos tener el mejor producto del mundo, que dentro del almacén no sirve de nada.
Hoy día, si queremos clientes tenemos que salir a por ellos, tenemos que exponer nuestra oferta de manera atractiva y que se vea, tenemos que hacer llegar nuestro producto o servicio un poco más lejos y ante unos pocos más de interesados, si no, el enorme ruido del mercado y los gritos de los demás competidores nos taparán.
Nuestro magnífico producto se quedará a oscuras en el almacén y no conseguiremos nada. Sólo cuando eres emprendedor te das cuenta de verdad de esta realidad, la de que sin Marketing, realmente, no vas a tener nada, porque lo importante no es lo que hacemos, sino el valor y la utilidad que proporcionamos al cliente cuando este consume eso que hacemos.
Y para bien o para mal, sin Marketing no vamos a tener clientes.
Para ponerlo en práctica comprometámonos todos los días a dedicar un tiempo al Marketing.
Cuando miras muchas agendas de emprendedores ves que, aunque se suele repetir que el Marketing ocupa un lugar importante en la empresa, en realidad los días han pasado y ha habido huecos muy escasos.
Es más, cuando uno tiene un excelente producto y las bases de su empresa asentadas probablemente lo mejor que puede hacer es dedicar la mayor parte de sus días a traer más interesados hasta la puerta de su negocio.
Examinemos sinceramente nuestra agenda y comprometámonos a dedicarle una parte importante del día.
Y si tenemos un departamento o gente que se encarga de ello entonces pongamos más atención sobre ellos, veamos qué resultados están obteniendo, qué necesitan o cómo están funcionando.
Porque sin Marketing no hay clientes y sin clientes no hay empresa.